domingo, 18 de abril de 2010

SENSACIONES ESCURIALENSES

Sensaciones escurialenses

Adéntrate en el parque de la Casita del Príncipe. Párate al inicio de la cuesta que sube hacia San Lorenzo y abre tus sentidos. Los enormes árboles vivos y muertos que la bordean te guiarán en un entresijo de luces y sombras. No te dejes despistar por la ardilla que atraviesa el camino, ni por el pájaro carpintero que taladra despiadadamente tus oídos y los troncos centenarios, ni por el cuervo que te chilla “fuera”, ni por el asfalto frío que contamina la “Vía Sacra”. Mira y pisa con fuerza la tierra noble, ábrete camino por la hierba dura y crujiente, la jara y las zarzas y los pequeños helechos que las suavizan, las piedras auténticas y vivas, depositadas por la mano del agua y del viento. Esos elementos vegetales y minerales son parte de la naturaleza milenaria y soberbia que constituye este lugar mágico. Déjate llevar y siente cómo su energía te va penetrando por la planta de los pies, recorre tu médula dorsal y finalmente invade tu cerebro en un vértigo imparable, que aumenta a medida que el esfuerzo entrecorta tu aliento.

Ahora levanta la mirada, descubre entre marcos de troncos y ramas las inmensas obras de arte que van apareciendo una tras otra: la cúpula de la obra majestuosa del hombre, supuestamente guiada por designios sagrados, y las cimas nevadas de los montes escurialenses, que resplandecen bajo un sol ardiente, quitando por momentos protagonismo al colosal monumento de piedra. No hay elección posible, todos los elementos del entorno están en armonía y forman un todo perfecto y necesario.

Inevitablemente el camino te conduce a la obra del hombre, que aparece ahora en todo su esplendor ante tus ojos inexpertos, que sólo saben apreciar las formas, las magnitudes, los colores, las luces y las sombras. En el fondo, poco te interesan el significado y los motivos que llevaron a tus antepasados a realizar tan descomunal esfuerzo, y el desglose arquitectónico de la obra, con sus aciertos y sus errores. Sencillamente, no los ves o no quieres verlos. Toda tu atención está absorta por lo que perciben tus sentidos, la sensación de pequeñez ante la sobria inmensidad del conjunto, la luz del sol que se refleja en la cúpula y los muros de granito, produciendo un intenso calor en tu piel y, pocos metros después, las sombras, la oscuridad, el frío y la congoja que se transmite a tu cuerpo.
Te rescata la sonoridad de las campanadas que marcan las 12h. Buscándolas, te dejas llevar por el abrazo del monte protector que, de nuevo, te hace sentir calor más allá de sus nieves.

Estás ahora ante la imponente fachada principal. Las explicaciones del Maestro dan vida y significado a los escasísimos adornos y figuras pétreas y a los símbolos sagrados y paganos de este centro de poder, anclado sobre ríos de energía telúrica, cuya vibración invade y sobrecoge al que sabe sentirla.

Buscas refugio en el ala sur, bordeada por un jardín amable, otrora lleno de plantas exóticas - para el placer de sus majestades -, ahora poblado por un adusto laberinto de boj, y rosales y magnolios deseando brotar. Pero la belleza de este jardín no radica en sus plantas, sino en su función de privilegiado mirador hacia tres puntos cardinales. Sientes vértigo y paz ante la amplitud del cielo, el alcance de las vistas, la pureza del aire. El vértigo va en aumento bajo la influencia del sol en su cénit y la percepción imaginaria del perfume embriagador de rosas y magnolias.

La marcha continúa como una procesión ritual y purificadora. Llevas horas de camino, llenas de extrañas sensaciones y vibraciones, soledad acompañada, sed de agua y de saber. Tus sentidos no pueden más y caes en un desmayo redentor.

viernes, 16 de abril de 2010

SILOS

SALVO ERROR U OMISIÓN NOS VAMOS A SILOS EL 2 MAYO. PONEROS EN CONTACTO CON ALGUIEN DEL GRUPO PORQUE ALGUN@S PARTEN EL 1 Y HACEN NOCHE CERCA PARA PODER SALIR TEMPRANO AL DÍA SIGUIENTE.
hASTA PRONTO