martes, 2 de junio de 2009

DEFENSA DE ANTÍGONA

Ahora que me pongo me parece difícil encontrar argumentos para defender a esta descerebrada que tiene tan poco aprecio por su vida. Sin embargo me doy cuenta de que en algún momento de la mía yo fui como ella, más aún, que en algunos momentos de mi vida, yo soy como ella.

No creo que sea la única, en realidad me parece que Antígona y Creón habitan dentro de todo ser humano. Muchos se rebelarán ante tal afirmación, tendrán muy claro que alguno de estos personajes no tiene nada que ver con ellos, y sentirán honda repugnancia ante la idea de que algo así pueda esconderse en su interior.

Tal y como funciona nuestra sociedad en el momento presente, Antígona no tiene ninguna posibilidad de supervivencia. Antígona es demasiado “negativa”, oírla dando gritos y acusando es molesto. Es demasiado extremista y visceral ¿quién querría estar con alguien tan incómodo? Nosotros que hemos hecho de la comodidad el objetivo de nuestra existencia… ¿o no? ¿Por qué si no proliferan y crecen los negocios que tienen que ver con esto? Cualquier empresa que se llame tele- algo tiene el éxito garantizado. Otros, intentamos alcanzar el nirvana sin despeinarnos.

Creón en cambio es un hombre sensato, sabio, sabe dónde está la verdadera importancia de la existencia, tiene los pies sobre la tierra, sabe que lo que le ocurre a ella se cura con el tiempo, que es una obcecación pasajera. Sólo que al final ella se sale con la suya. Le obliga a tomar la desagradable decisión que ha estado intentando evitar. Una decisión que sabe absurda e injusta, pero él , que mató a su Antígona hace muchos años, ya no tiene alma pues la vendió a su diosa la comodidad, él no puede negarse a obedecer, su conciencia no existe porque otros han decidido cómo deben ser pensadas las cosas y él sólo las pone en práctica. Hubo uno que se lavó las manos, no se sabe si fue suficiente para alejar de sí la responsabilidad de lo que no hizo, quizá siempre quede allá en el fondo un pequeño eco que según venga el viento es o no audible, la voz de la Antígona interior.

Porque si Creón está seguro de que no merece la pena morir por lo que ella defiende, sabe que igualmente carece de sentido matar por ello, Antígona le pone ante un dilema que, suceda lo que suceda le lleva ante una contradicción entre lo que dice y lo que hace en la práctica. Las dos soluciones de este dilema, son, una matar a Antígona, la única posibilidad real para Creón, porque la otra sería negarse a aplicar una ley en la que evidentemente no cree. Esta posibilidad ni se plantea porque eso significaría que tendría que renunciar a su posición, a su estatus, a su identidad, sería un suicidio, se convertiría en el acto en Antígona, aunque con la decisión tomada también en cierto modo se convierte en ella, al manchar sus impolutas manos con sangre inocente.

Pero Antígona se parece en algo a Creón, ella tampoco toma las decisiones, no es dueña de sí misma, si Creón es el fiel cumplidor de la ley de los hombres, Antígona obedece a los mandatos de su corazón, que es como un receptor conectado a algo que está más allá y a lo que cada cual le pondrá un nombre. Ella no eligió ser así, hubiera preferido quizá ser como su bella hermana, pero ese no era su destino.

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