miércoles, 24 de junio de 2009

Para los ausentes. Y un abrazo a Jaime ¡que te recuperes prontito!

Distintos parámetros.-

Dos occidentales llegan con su guía a la estación de tren de Bangalur (India central).
- Si nos descuidamos un poco perdemos el tren, ¡qué agobio! Y luego el tráfico… no hay quien lo calcule, para 20 Kms hemos tardado casi una hora. ¡Estoy de los nervios! Mira bien que no hayamos olvidado nada : las maletas, la cámara, el bolso, la mochila, los billetes …

El guía que les ha traído hasta la estación de Bangalur tiene que irse así que recomienda a sus clientes que contraten a alguno de los “profesionales” que hay por allí que se encargan de avisar cuando llega el tren (Profesión desconocida en el país de los interfectos)
Los trenes en India paran poco tiempo, nunca se sabe cuando van a llegar y se anuncian en el dialecto local así que María y Gonzalo deciden seguir el consejo. Mientras el guía pacta el precio con uno de estos hombres de profesión tan original, María le observa : es un hombre delgado, medianamente cano, cubierto por una ligera vestimenta originalmente blanca y contagiada ya por la mugre ambiental , inmutable, solo ladea ligeramente la cabeza para asentir o disentir, con ese movimiento ambiguo que los occidentales no sabemos bien interpretar. Ni una palabra sale de su boca, escucha y asiente o disiente con un gesto digno desde el que parece reírse del despiste , las prisas y el agobio de la pareja de extranjeros. No habla inglés pero sería lo mismo… Los Sagasta miran bien al individuo que ha de avisarles para no confundirle con otros muchos de rasgos y vestimenta similares (a ellos se lo parece) y cuando el guía se despide se sientan sobre sus maletas decididos a esperar; faltan aún unos minutos para que llegue su tren…
Ya es la hora, se anuncia la llegada de un convoy y con la mirada buscan a su hombre que sentado en una escalera unos metros más allá simplemente mueve la cabeza. ¿Será sí o será no?... Como el individuo no se mueve y aún no ha cobrado deciden confiar pues tampoco entienden nada de lo que se escucha por unos confusos altavoces.
Pasan 10 minutos, 15 minutos más, el hombre sigue sentado en la escalera, otro tren llega con destino a Mumbay – eso creen entender -… o es que viene de Mumbay? María ya no puede más, busca de nuevo al hombre con la mirada y …¡Cielos! ¡Ha desaparecido!¿Se habrá cansado de esperar?¿habrá encontrado otros pasajeros que le paguen más? Nerviosa sigue buscando con la mirada… ahora Gonzalo también pero ¡nada!…¡se ha esfumado!
En su preocupación por no perder el tren deciden preguntar a otros “pieles blancas” que parecen embarcados en la misma aventura pero que aún conservan su guía… ¡Salvación …tienen el mismo destino!
Vuelven a sentarse en sus maletas. Unos van, otros vienen, otros miran, algunos piden, hay quien come tranquilamente sentado en el suelo … sin pausa y sin prisa el movimiento en la estación no cesa, es un movimiento lento, como si no hubiese más que hacer, como si no importase qué tren coger ni adonde ir, como si no hubiese tren que perder ni tren que alcanzar.
Han pasado cuarenta minutos y el indio está de nuevo sentado en la escalera.
Llega otro tren, María le mira y el hombre vuelve a hacer ese gesto enigmático sin moverse del sitio, conservando su porte extrañamente digno , como el de quien sabe y cumple con su oficio.
Los otros turistas tampoco se han movido así que ... no debe ser este tren.
Según va pasando el tiempo, según se van contagiando del ritmo propio de la India María y Gonzalo se miran y sonríen, comprenden que solo ellos están acelerados, que los trenes allí no son de alta velocidad, que no tiene sentido ponerse nervioso por el tráfico, que están … en otros parámetros.
Un nuevo tren se anuncia, el indio digno, de profesión “avisador de trenes” se levanta lentamente y se dirige hacia ellos, con un gesto indica que le sigan, sin prisas, tranquilamente, cuando el tren ha parado, cruza una palabra con el revisor y les indica su vagón, cobra lo acordado y sin mediar palabra, con una pequeña reverencia se despide en busca de otros clientes nerviosos a quienes avisar.

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